Todos los acordecitos habíamos soñado alguna vez con transportarnos al mágico castillo de Bestia (Pablo Terol) y conocer a los vecinos de Bella (Teresa Ponce de León), incluso para conocer al impertinente Gastón (Álvaro Pascual) y a su inocente amigo Lefou (Javier Rodera). Tras el casting realizado en octubre de 2012, comenzaron los ensayos y también los nervios. A medida que avanzábamos en la preparación se complicaban las escenas, los bailes, y la preparación del decorado, todavía elaborándose en la cabeza de nuestros arquitectos.
Poco a poco la magia se fue convirtiendo en realidad. Din Don (Fran Cobos) llegaba siempre puntual, Sra. Potts (Claudia Cerviño) estaba siempre atenta para servir una tasa de té, con Lumiere (Ángel Fernández) nunca nos quedábamos sin luz, Madame de la Grande Bouche (Clara Septién) nos elegía los modelitos para las fiestas en el castillo, Babette (Olimpia Martínez) mantenía todo bien limpio, y Chip (Lucía Álvarez) recorría con alegría todo el escenario.
Después de un verano en el que nos fuimos metiendo en el papel, o en el objeto, y levantando el castillo, con su biblioteca, su comedor y, por supuesto, su prohibida sala oeste, llegó el mes de septiembre. En ese último mes de ensayos las palabras casi no tienen valor, cruzando las miradas en el vestuario se entendía todo lo que estaba pasando, lo que estábamos cerca de lograr a pesar de los contratiempos y las prisas de última hora. Por ello, cuando Maurice (Raúl Méndez) cruza el bosque y encuentra el castillo detrás del telón todo esfuerzo estaba recompensado, al igual que al escuchar el choque de las jarras del pueblo junto a las Chicas Bobas (María Albendea, Marta Jiménez y Michelle Passardi). Nada de ésto hubiera sido posible si nuestra Hechicera (Pilar González) no hubiera hecho en la primera escena que nuestro Príncipe (José G. Menéndez) fuera un príncipe de psiquiátrico (y es que también interpretaba a D`Arque), desde ese momento ya solo era dejarse llevar por la magia.
Todo lo que parecía imposible se empezó a repetir los fines de semana, y no tan fines, ya que actuamos 6 días seguidos en una semana, sintiéndonos profesionales, más ilusionados que cansados. Discursos motivadores, tropiezos, maquillaje metido en el ojo, vestuario que se olvida, fallos técnicos y estructurales (pobre de nuestra sala oeste), lágrimas, y risas, muchas risas, quizás el teatro sea una de esas cosas que no se pueden explicar. De haceros comprender el teatro ya nos encargamos nosotros en nuestra próxima producción. Saludos, y hasta siempre.