La preparación de Los Miserables a manos de Acorde al Guión comenzó con la decisión de que ésta sería la obra a realizar, allá por octubre de 2011, en los inicios del curso.

Siendo entonces apenas diez personas en el grupo, fuimos poco a poco dando forma a lo que sería el gran proyecto del año: una obra de gran formato, con las voces protagonistas en directo, y un despliegue técnico propio del teatro profesional. En nuestras reuniones semanales íbamos haciendo pruebas, ya con el guión establecido, y decidiendo a grandes rasgos cómo queríamos que funcionara el grupo, y sobre todo lo que a todos nos ponía de los nervios: los castings.

Con la ayuda de Javier Luengo y Pedro Menéndez (profesores de música del Colegio Montpellier, centro que nos acoge en su amplio teatro de más de 600 plazas) quedó decidido el reparto de protagonistas al que poco a poco en los meses siguientes, se fueron uniendo muchas más personas hasta formar el grupo actual. Por medio de pequeñas “audiciones”, el grupo iba quedando completo hacia febrero o marzo de 2012.

Tras esto ya tocaba ponerse manos a la obra y, después de varios días de preparación de la puesta en escena, con muchos dibujitos y visionado de varias versiones del musical, comenzaron los ensayos. Las tardes de los miércoles y las mañanas de los sábados se convirtieron en “días miserables”, comenzando por ensayos de voz y, a medida que pasaba el tiempo, en ensayos de actuación.

Íbamos determinando el vestuario y otro hueso duro de roer, los decorados, que hasta entonces solo habíamos planeado a grandes rasgos. Finalmente llegó junio y, no sin dificultades por el camino, parecía que la cosa iba cogiendo algo de forma y, sobre todo, de “magia miserable”. Después de pasar por las grabaciones de los coros, nos despedimos para las vacaciones de verano con ensayo general, en el que también incluimos vestuario y atrezzo. Pese a la saber que quedaba todavía trabajo por hacer y horas que dedicar a ensayar algunas escenas que seguían verdes, también fue un momento para renovar energías y darnos cuenta de que aquello tenía futuro si empleábamos bien los meses que nos faltaban.

Sin darnos tregua, unos pocos pasamos el mes de julio en el colegio, que amablemente nos cedió sus instalaciones para la construcción de los decorados. Un mes muy cansado y sobre todo caluroso, ¡pero que resultó ser productivo! Además de calentar la voz cantando mañana y tarde para entretenernos, conseguimos el objetivo de dejar finalizado prácticamente todo el decorado de la obra.

Agosto, por suerte, parece estar siendo un mes más descansado, excepto por el responsable del sonido grabado para toda la obra, Rodrigo Septién, quien ha tenido que aprovecharlo para hacer las mezclas de las más de dos horas de musical.

De momento, solo ponemos fecha para el 1 de septiembre, cuando nos veremos después de las vacaciones para programar el apretado mes que se nos viene encima; el sprint final hacia el escenario del Colegio Montpellier en el que todos, vosotros y nosotros, podremos disfrutar del resultado de tantos meses de esfuerzo.